sábado, 24 de mayo de 2014

Desencanto



Mi amor
es pradera que perece
tu presencia
látigo en presagio
que estalla en las entrañas.


Los párpados
anegan el páramo dormido
-memoria de siglos
que lucha en un abismo-.


¿Quién abre las puertas
que me miran
y confunde las palabras?


Cae,
se refleja
en vertiginosa placidez
el instante que agoniza.
Arrastro un moribundo cuerpo
entre mis sábanas.


¿Quién dice
que la palabra se abrirá
como capullo?


Recobro la lucidez
en medio del delirio
escucho ecos
que revientan las paredes
el punto de equilibrio
es esa voz que no se escucha
el desamparo saca chispas
a la noche
cuando los trozos de su presencia
se dispersan


la sangre es tinta
que se estira en esta página
para llorar a solas
el tiempo que se extingue.

No hay comentarios:

Publicar un comentario